Las parejas sin hijos, ¿son más felices?

Cuando se trata de identificar quién es más feliz entre quienes tienen hijos y quienes no los tienen, la mayoría de las investigaciones realizadas hasta ahora apuntan a la conclusión de que las personas que no tienen niños están más satisfechos con su vida en general.

 

 

Como esposa y madre de dos hijos, siempre reacciono a esos estudios un tanto a la defensiva.

 

 

“Soy feliz”, me digo. Tal vez esté estresada, me falte dormir y necesite tiempo para mí desesperadamente, pero estoy muy satisfecha con mi vida. ¿Acaso no es posible que sea tan feliz como alguien que no tiene niños, aunque ellos tengan más tiempo para dormir y cuidar de sí?

 

 

Según los nuevos estudios, la respuesta podría ser sí y no.

 

 

En un reporte publicado por la Universidad de Princeton y la Universidad de Stony Brook en la revista Proceedings of the National Academy of Science, fueron halladas “muy pocas diferencias” entre la satisfacción que sienten respecto a su vida quienes tienen hijos y quienes no una vez que fueron descartados otros factores, como el ingreso, la educación, la religión y la salud, de acuerdo con Arthur Stone, uno de los autores del estudio.

 

 

La gente con niños en casa tiende a tener más dinero y una mayor preparación académica, son más religiosos y gozan de mejor salud, dijo Stone, profesor de Psiquiatría y Psicología en la Universidad de Stony Brook. “Todos esos factores intervienen para que la gente califique mejor su vida”.

 

 

Una vez que fueron eliminados estadísticamente esos factores, no encontraron diferencia en el grado de satisfacción que ambos grupos sentían respecto a su vida.

 

 

Stone dijo en entrevista que las similitudes en los reportes de felicidad de quienes tienen hijos y de quienes no, especialmente en países como Estados Unidos, pueden atribuirse a las prioridades, específicamente a si una persona elige tener hijos.

 

 

“Elijo una naranja porque me gustan las naranjas. Eliges una manzana porque te gustan las manzanas. No hay razón para pensar que tu experiencia debería ser mejor que la mía”, dijo Stone. “La naranja es diferente a las manzanas. Tener hijos es diferente a no tenerlos. No significa que uno sea intrínsecamente mejor que otro”.

 

 

Sarah Maizes, autora del libro infantil On My Way to Bed y madre de tres hijos, coincide. “Es como preguntarle a alguien quiénes son más felices: si los que les gusta la pizza o los que quieren comida china”, escribió en Facebook. “Ahora me gustaría saber quién vive más… ¡Eso sí se puede medir!”.

 

 

En el estudio de Princeton y Stony Brook -que incluyó una encuesta que hizo Gallup entre 2008 y 2012 a 1,800,000 estadounidenses, entre ellos personas de entre 34 y 46 años que tienen hijos- descubrieron que hay una diferencia entre quienes tienen hijos y quienes no: los padres tienden a experimentar más altibajos.

 

 

“Tienen altas más altas. Tienen más felicidad en su vida, pero también tienen más estrés y sentimientos negativos”, dijo Stone.

 

 

Adina McGinley tiene tres hijos y dijo que ver crecer a los niños es “probablemente el mayor gozo en la vida”. De igual forma, dijo, “el estrés que causa esa necesidad de que tus hijos tengan una vida buena puede llegar en cualquier momento y a veces a un grado horrible, lo que agrega tensión interminable al matrimonio”.

 

 

Esa tensión puede ocasionar que los padres se sientan menos satisfechos con su relación, según otro estudio de la Open University, en Inglaterra.

 

 

En ese estudio, que incluía encuestas a más de 5,000 personas en Inglaterra y Estados Unidos, los autores descubrieron que las parejas sin niños estaban más felices con su relación y con sus parejas, además trabajaban más en su relación que las parejas que tienen hijos.

 

 

Cuando les preguntaron quién es la persona más importante en su vida, las madres dijeron que sus hijos y los padres dijeron que su pareja, según el estudio.

 

 

“Tal vez durante esos años intermedios en los que la gente se dedica a la crianza, las mujeres tienden a alejarse de la relación ya que están mas concentradas en los niños”, dijo Jacqui Gabb, una de las autoras del estudio.

 

 

Gabb, catedrática sénior de Políticas Sociales en la Open University, dijo que esto no significa que las relaciones no funcionen.

 

 

“Solo significa que hay un énfasis diferente, probablemente a causa de la falta de tiempo”, agregó. “Simplemente no hay suficiente tiempo para dedicarle a la relación”.

 

 

Jen Bosse tiene dos hijos; escribe un blog en el sitio Defining My Happyy escribió en Facebook: “Con demasiada frecuencia, cuando las parejas tienen hijos, empiezan a restar prioridad al otro. Ese es el problema, no los hijos”.

 

 

Irónicamente, de acuerdo con el estudio de la Open University, las madres manifestaron estar “considerablemente más felices con la vida” que cualquier otro grupo, incluidas las mujeres que no tienen hijos; de acuerdo con Gabb, este descubrimiento puede explicarse ya que las madres dijeron que los niños eran lo más importante en su vida.

 

 

“Sí son las más felices con la vida, pero las menos satisfechas con el grado de satisfacción en la relación; si son las menos felices con sus parejas y las menos felices con el grado de mantenimiento (de la relación), pero están felices con la vida, entonces tiene que haber algo”, dijo Gabb.

 

 

¿Qué deduce un padre o una persona que no tiene hijos de este estudio reciente y un tanto contradictorio?

 

 

Tal vez el hallazgo más valioso para nuestra vida provenga del estudio de la Open University, que lleva el adecuado título de Enduring Love? Couple Relationships in the 21st Century (¿Amor duradero? Las relaciones de pareja en el siglo XXI).

 

 

Los autores descubrieron que cuando les preguntaron a los participantes en el estudio qué los hacía sentir más valorados en su relación, dijeron que los pequeños actos de amabilidad.

 

 

“Es tan simple como decir: ‘Te amo’”, dijo Gabb. “De todas las cosas de la vida, (las madres) dijeron que con llevar una taza de té a la cama era significativo”.

 

 

En Estados Unidos tal vez reemplacemos una taza de té con un cafélatte de Starbucks, pero entendemos la idea. Las relaciones se benefician con esos gestos cotidianos.

 

 

“Tenemos que pensar diferente acerca de qué es trabajar en la relación y tenemos que pensar que, si esas pequeñas cosas cotidianas son importantes para la gente, entonces pensemos en qué clase de cosas pueden ser y empecemos a estar más conscientes de lo que pasa en nuestra propia relación”, dijo Gabb.

 

 

¡Creo que pasaré por un latte cuando vaya de regreso a casa esta noche!

 

 

Fuente: CNN