¿A qué ritmo envejecemos?

Es probable que nuestra edad sea simplemente un dato indicativo, dado que los expertos del sector sanitario opinan que esta cifra no siempre se corresponde con nuestra salud.

Un reciente estudio, según el cual el proceso del envejecimiento puede comenzar a edades muy tempranas, ha llegado a la conclusión de que cada organismo envejece a un ritmo distinto. El estudio calculó el ritmo de envejecimiento de 954 hombres y mujeres recurriendo a varios patrones que dictan la salud de un organismo con una edad cronológica de 26, 32 y 38 años. Al analizar cómo cambiaron estos patrones con el tiempo, los investigadores fueron capaces de comprobar quién envejecía a un ritmo más rápido y más lento de lo normal. El objetivo de la investigación es poder detectar los síntomas del envejecimiento prematuro antes de que se manifieste años o décadas después en enfermedades crónicas como dolencias cardiovasculares, diabetes o un deterioro de las funciones renales o pulmonares.

«Para intentar retrasar el envejecimiento es necesario estudiar el caso cuando la persona todavía es joven», según el estudio, publicado hace dos semanas en la página web de la Academia Nacional de Ciencias de EEUU. Además, según el estudio, poder medir el envejecimiento en personas jóvenes permitiría a los científicos comprobar la eficacia de las terapias para luchar contra la edad, como las dietas bajas en calorías. Para evaluar el ritmo del envejecimiento biológico, los investigadores utilizaron 18 biomarcadores distintos. »Entre estos, hubo unos comunes como el nivel del colesterol y la presión arterial y otros más complejos como los telómeros, que son las tapas protectoras en los extremos de los cromosomas que afectan a la rapidez con que las células envejecen.

La mayoría de los individuos que participaron en el estudio envejecieron un año biológico por año cronológico. Otros, en cambio, envejecieron tres años por cada año biológico, mientras que un tercer grupo no envejeció en absoluto durante el tiempo que duró el estudio. Utilizando un subconjunto de biomarcadores, los investigadores calcularon que, teniendo la misma edad, 38 años, las edades de los participantes oscilaba entre los 28 y los 61 años. Aunque este tipo de estudios se han realizado en otras ocasiones, los participantes eran por lo general personas más maduras que ya habían desarrollado alguna enfermedad. «Esto hace que resulte más difícil detectar el mecanismo de deterioro porque es difícil distinguir el proceso si está relacionado con una enfermedad», opina Daniel Belsky, principal autor del nuevo estudio y profesor de Medicina de la Duke University School of Medicine. «Es cierto que a veces es demasiado tarde para algunos de estos pacientes, sobre todo si han superado los 50 años», opina. Para el estudio, Belsky y su equipo recurrieron a un numeroso grupo de jóvenes, todos nacidos en 1972 o 1973, y cuyos biomarcadores se registraron durante un largo periodo de tiempo.

Los investigadores miden los patrones de salud y los comportamientos desde el nacimiento hasta la muerte. El equipo que elaboró el estudio tuvo que presentar un conjunto de biomarcadores que, en su opinión, reflejaba con más precisión el proceso de envejecimiento. Los expertos en la material aseguran que no existe un medidor clínico común que indique la edad biológica. Los 18 biomarcadores que utilizó el equipo registraron el funcionamiento de órganos vitales, el sistema inmunológico, el metabolismo y la salud dental, entre otros. Los resultados se contrastaron con los de otras pruebas efectuadas a personas de edad avanzada en las que se evaluó el envejecimiento en funciones como el equilibrio, la coordinación y las capacidades cognitivas. Los participantes que mostraron un envejecimiento acelerado en las pruebas de los biomarcadores también lo mostraron en otras pruebas. Belsky espera que las fórmulas de biomarcadores utilizadas por el equipo acaben siendo útiles en ensayos clínicos posteriores. «Ahora tendremos que aumentar la precisión de estos medidores», asegura Belsky.

Nir Barzilai, director del Instituto de Investigación del Envejecimiento Albert Einstein College of Medicine de Nueva York, aseguró que es muy importante contar con la combinación adecuada de biomarcadores para evaluar el envejecimiento, de cara a que los expertos detecten el deterioro a tiempo, sobre todo cuando se diagnostica una enfermedad crónica. En opinión de Barzilai, los test también podrían suponer un importante ahorro sanitario. «Si una persona tiene 60 años y en las pruebas se detecta que su edad biológica es 50, es probable que no necesite una colonoscopia ni una mamografía todos los años», opina.

El doctor Belsky también explicó que los investigadores esperan detectar las diferencias sobre el ritmo al que envejecen las personas estudiando su genética, el entorno en el que viven y sus hábitos y estilo de vida.

Según anteriores estudios, aproximadamente el 20% del envejecimiento se puede atribuir a factores genéticos, por lo que hay muchos otros factores de los que afectan al proceso de envejecimiento que pueden modificarse. Medir el ritmo de deterioro en los más jóvenes puede ser útil para estudiar los efectos de la dieta y el ejercicio, opina James Kirkland, director de la unidad antienvejecimiento de la Mayo Clinic, en Rochester, Minnesota.

El ritmo al que caminan las personas mayores también se considera uno de los indicadores más útiles a la hora de determinar su salud en el futuro, opinan los expertos. El ejercicio nos puede ayudar a caminar a un ritmo más rápido y la fuerza y el equilibrio también se pueden mejorar con entrenamiento. Prácticas como el yoga y el tai-chi también mejoran el equilibrio. Uno de los mensajes clave es que, lo que nos ocurre al final de nuestras vidas tiene su origen al principio y que todo lo que invirtamos en nuestra salud a partir de los 40 años nos beneficiará cuando vayamos cumpliendo años.